En este #SemillasdeFilosofía abordamos la cuestión del esfuerzo, lo innecesario del mismo y cómo explorar motores de cambio más adecuados para nuestro crecimiento.
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¿Tienes una sensación constante de que no llegas a nada de lo que te propones? ¿De que pones todo tu esfuerzo y aun así no avanzas? ¿Y si el problema fuese que te esfuerzas demasiado?
Imagina un mundo en el que para conseguir tus propósitos personales no fuera necesario el esfuerzo. Bien, para de imaginar porque ya estás en él.
Por supuesto, no estoy diciendo que puedas conseguir todo lo que quieras sin más, tan solo deseándolo (el universo no conspira a tu favor), sino más bien que cuando necesitas mucha fuerza de voluntad para lograr aquello que en principio está a tu alcance, algo está fallando. El hecho de que te cueste tanto esfuerzo indica que hay un problema de fondo y que no lo estás planteando de la forma adecuada.
Para desarrollar hábitos de crecimiento es mejor desterrar el esfuerzo y la exigencia (porque si tanto te cuesta, por algo será) y abrazar el compromiso y la disciplina: compromiso para vincularte con los objetivos que te hacen ser mejor y disciplina para ejecutar las acciones que te permitirán hacerlos realidad.
¿Qué te parece? ¿Soltamos el látigo?
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